Que

Caen las primeras gotas de lluvia cuando Eugenia nota que olvidó su paraguas en la cafetería por cuya puerta pasa una hormiga que lleva el trozo de una hoja de fresno que tocó el brazo del poeta a quien se le escapa una rima de unos versos que escribe sobre  una mujer que olvidó su paraguas.

El tiempo y el amor

«¡El tiempo pasó volando!», pensó Ana mientras finalizaba su primera y brevísima cita con Ezequiel. De camino hacia su casa, concluyó que sería por aquello de la teoría de la relatividad: diez minutos en una sesión de masajes no parecen durar lo mismo que diez minutos en la fila del Banco Provincia. Lo que Ana ignoraba era que, durante ese período y sobre las coordenadas geográficas donde transcurrió la cita, los científicos del Centro de Experimentaciones Semisecretas lograron comprimir el tiempo mediante el experimento archivado en la carpeta TG-89/1995 y basado en la teoría expuesta en el Capítulo V del libro “Manipulando a Cronos”, de A. F. Ghidini. Como consecuencia, cada hora tuvo una duración de sesenta segundos. Y aunque Ana y Ezequiel estuvieron juntos toda la tarde según su reloj, no tuvieron ni tiempo de terminar el café.

Butacas 34 y 35

José López Balasto, butaca 34, es la persona que más sabe en el planeta acerca de las poblaciones de pequeños moluscos que habitan en la costa de la provincia de Buenos Aires. Mario Estrada, butaca 35, puede recitar los nombres de cada uno de los jugadores que pasaron por Racing desde el día de su fundación hasta la fecha. A ambos les resultaría fascinante oír sobre los conocimientos del otro. Sin embargo, cuando  esta noche se encuentren en el micro que los llevará desde Retiro hasta Santa Rosa de Calamuchita, solo intercambiarán un breve comentario sobre el magro contenido de la vianda que entrega la empresa: un paquete con cuatro galletitas de agua y un alfajor de fruta.

Microcuento distópico en tiempos de muros

En el Estado de Ídicum, los niños debían vivir en los edificios centrales dictatoriales hasta que cumplían diez años. Ese día, un oficial les hacía la pregunta que definiría su futura morada: ¿Qué mes se encuentra entre agosto y octubre? Los que respondían septiembre eran llevados a Ídicum Norte y los que respondían setiembre, a Ídicum Sur. Los pueblos no se juntaban jamás porque los separaba un alto muro.

Sin embargo, en el año 78 del calendario idicumense, un niño con serios problemas de ortografía cambió el curso de la historia cuando dio una tercera respuesta a la pregunta. La voz se corrió y, a los pocos días, el muro fue derribado al grito revolucionario de ¡Sectiembre!

Baños necesarios

—¡Un baño a la semana es muy poco, Julián!

—Pero, mamá…

—Pero, mamá, nada. Tenemos que remodelar dos baños a la semana. Si no, la empresa familiar se va a fundir.

Salida laboral (3)

Luego de su exitosa experiencia como agujero de queso Gruyère, ya no quería dedicarse a puestos menores como agujero de hoja de carpeta o de zapatilla. Ahora se sentía preparado para algo mayor, por eso se postuló como agujero negro.

 

La utilidad de los poemas (y de los presidentes)

El presidente de la Sociedad Poética firmó un decreto, que establecía que los socios teníamos prohibido escribir poemas de amor. Estaba tan triste por haber sido abandonado, que no quería que nadie hablara sobre el tema. ¿Pero sobre qué vamos a escribir?, preguntó uno de los miembros de la sociedad. Escriban poemas útiles, por ejemplo, sobre los alimentos que tienen vitamina A o qué conviene sembrar en cada temporada, respondió. En la siguiente elección, hicimos algo realmente útil: votamos a otro presidente.

Salida laboral (2)

Yo solía dedicarme a recrear dichos y refranes. En uno de mis actos, sostenía un pájaro con la mano derecha mientras que, con la otra, señalaba los cien pájaros que sobrevolaban las cabezas del público. «¡Ah, es mejor apostar a lo seguro aunque parezca poca cosa!», se oía entre los asistentes. En otro, me disfrazaba de herrero e intentaba cortar un churrasco con un cuchillo de palo. “¡Ah, qué botarate! ¡Podría hacerse uno de metal!», decía la gente. No me podía quejar, me iba bastante bien con ese trabajo. Sin embargo, todo acabó de forma abrupta cuando me metí en un berenjenal.

M@s @ll@®

El día de su cumpleaños, Teresa Carballo recibió un email muy afectuoso de su padre, quien había muerto unos meses atrás. Luego del sobresalto inicial, recordó que él había contratado los servicios de M@s @ll@®. La empresa se encargaba de usar la casilla de correo de sus clientes fallecidos para que, en ocasiones especiales, sus seres queridos siguieran recibiendo mensajes de parte de ellos.

A los pocos días, Teresa volvió a recibir un mensaje de su padre. Esta vez le decía que estaba bien y que no se preocupara por él. Para Navidad, su padre se disculpaba por ciertas asperezas en la relación durante los últimos años. Luego, le llegó un mensaje en el que le decía que sus abuelos le mandaban saludos.

Sin embargo, el email que más la impresionó fue el que tenía a M@s @ll@® como remitente. Decía: “Le enviamos este email en referencia al usuario Augusto Carballo, en su calidad de referente post-mortem. Debido a que nunca pudimos acceder a la casilla de correo del usuario, nos vimos imposibilitados de brindar nuestro servicio. Por lo tanto, le solicitamos pase a cobrar por nuestras oficinas la suma que él oportunamente pagó”.

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