Mario Pomodoro era experto en contar cuadrúpedos. En pocos segundos, podía calcular el número exacto de vacas que pastaban en la pradera o de gacelas que participaban de una estampida.
Al final de su vida, decidió pasar su conocimiento a una joven discípula.
—¿Cómo es la técnica? —preguntó ella, anotador en mano.
—Es sencillo —le dijo con su último aliento—: cuenta todas las patas y divídelas por cuatro.
Thiss was great to read
Me gustaMe gusta