Todavía estaba en la cama cuando oí el traqueteo de un tren que avanzaba sobre la calle. Cuando el tren se detuvo, alguien gritó “¡Estación Amanda!”. Desde mi balcón, vi una antigua locomotora a vapor, seguida de cuatro vagones azules. “Vas a llegar tarde si no abordás este tren”, me advirtió el guarda. Salí a la calle sin siquiera cambiarme el pijama. El guarda me indicó que me sentase en el asiento 13B.
A mi lado, un hombre de sombrero, traje y maletín miraba con asombro el interior del vagón. “Cada noche están más extraños los sueños, ¿no?”, le pregunté. “Dígamelo a mí, que cuando estoy despierto soy un rinoceronte”, me respondió.
grandioso!
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