Mujer: Estoy cansada de estar sentada. Me duelen las rodillas.
Hombre: ¿Las rodillas?
Mujer: Sí, las rodillas. ¿Por qué hay que estar sentados?
Hombre: Por seguridad.
Mujer: ¿Quién lo dice?
Hombre: Supongo que la autoridad de aviación.
Mujer: Encima bajaron el respaldo de adelante. ¿No le podés decir nada al muchacho?
Hombre: Creo que está dormido.
Mujer: No sé qué tipo de descanso es estar sentado. Deberíamos viajar acostados. En unas camitas como las de esos hoteles japoneses que vimos en la tele.
Hombre: Mi abuelo estuvo sentado en una silla por quince años.
Mujer: Te dan una pastillita para dormirte.
Hombre: Después de un accidente.
Mujer: Te levantan cuando llegás.
Hombre: Había quedado todo doblado, pobre.
Mujer: Y se acabaron los problemas. ¡Ay, las rodillas!
Hombre: Lo único que hacía era jugar al solitario. Día y noche.
Mujer: Se lo voy a proponer a la aerolínea. ¡Mirá si me hago rica con la idea!
Hombre: Yo lo miraba y no me atrevía a decirle nada.
Mujer: ¿Era una silla de ruedas?
Hombre: ¿Qué?
Mujer: Que si tu abuelo estuvo en una silla de ruedas.
Hombre: En realidad era como.
Mujer: ¡Ah! Van a servir la comida. Claro, ahora sí levanta el respaldo.
Estuviste viajando recientemente?
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No, pero la rótula recuerda 😉
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